La Tierra gana 1000 millones de años de vida

Por: Ariel Palazzesi

Según los científicos de Caltech, la Tierra podría ser habitable durante unos 2,300 millones de años más de lo previsto. Esta estimación, basada en las variaciones de la presión atmosférica de nuestro planeta, amplía el lapso de tiempo en que la humanidad podrá seguir habitando su planeta de origen en unos mil millones de años. Parece que podemos esperar un poco más para comenzar a armar las maletas.

Rey Fai Li es un científico que, junto a sus colegas de Caltech, ha traído un poco de tranquilidad a aquellos que estaban muy preocupados por el “corto tiempo de vida habitable” de la Tierra que le quedaba a la Tierra (estimado originalmente en unos 1300 millones de años). Las nuevas estimaciones dicen que nuestro planeta sería habitable durante prácticamente la mitad del ciclo de vida del Sol. La clave de esta “longevidad extra” se encuentra en las variaciones de la presión atmosférica del planeta. Según parece, el valor de la presión de nuestra atmósfera está disminuyendo ligeramente, lo que modificaría la forma en que se absorbe el calor (en forma de radiación infrarroja) del Sol.

El Sol se irá volviendo cada vez más brillante.

En términos sencillos, la presión atmosférica es el peso que ejerce el aire sobre la superficie terrestre. Es uno de los principales actores de la meteorología y tiene una gran influencia sobre la vida en la tierra y en la regulación de la temperatura del planeta en escalas de tiempo astronómicas. Como sabemos, dentro de millones de años, el Sol se irá volviendo cada vez más brillante hasta que finalmente la Tierra se vuelva demasiado caliente para ser habitable.  Los cálculos parecían indicar que esto tendría lugar dentro de unos mil trescientos millones de años a partir de ahora, pero el nuevo documento de Caltech sostiene que “los modelos anteriores han descuidado el papel de la presión atmosférica en el asunto”. Rey Fai Li asegura que la presión atmosférica es una variable clave porque determina cuánta cantidad de radiación infrarroja pueden absorber los gases de efecto invernadero. Presiones más altas significan mayor absorción y, en consecuencia, más calor. Las presiones más bajas tienen el efecto contrario.

Según el científico, la vida misma tiene en sus manos el mecanismo necesario para manejar estos cambios de temperatura. Los microbios, por ejemplo, al «fijar» el nitrógeno, retirándolo de la atmósfera y depositándolo en los océanos, contribuyen a hacerla más liviana.  “Me alegro de que Li y sus colegas hayan planteado la cuestión general de cómo las variaciones en la presión atmosférica pueden haber afectado nuestro pasado y cómo afectarán al clima futuro,» dice el experto en ecología Ken Caldeira, de la Universidad de Stanford. “Esto podría ser relevante para la comprensión del cambio climático en períodos de tiempo del orden de los miles de millones de años«.

La presión atmosférica no ha sido investigada en profundidad

A pesar de este papel potencialmente importante, la presión atmosférica no ha sido investigada en profundidad hasta hace relativamente poco tiempo. “Tenemos una gran carencia de datos sobre los valores la presión atmosférica en el pasado”, dice Li. Esto, por supuesto, agrega cierto grado de incertidumbre a sus cálculos. «Creo que hay mucho trabajo por hacer antes de que podamos decir con seguridad la forma en que la masa total de la atmósfera ha variado en el pasado y la forma en que podría variar en el futuro«, agrega Caldeira.

El trabajo de Rey Fai Li y su equipo concluye en que la Tierra podría ser habitable durante mucho más tiempo del que se creía hasta ahora. Sin embargo, la misma actividad de los seres vivos que pueden estar ayudando a extender este plazo puede hacernos morder el polvo mucho antes de lo previsto. En efecto, la actividad de ciertos seres, como los mencionados microbios, produce cambios en lapsos de tiempos que se miden en decenas de siglos, pero el hombre es capaz de modificar la atmósfera de forma radical (y no precisamente en el sentido correcto) en solo un puñado de décadas. El cambio climático que estamos provocando con la emisión descontrolada de gases de efecto invernadero puede hacer añicos las esperanzas de los científicos. “Sabemos que la actividad humana  está influyendo en la atmósfera en una escala de tiempo menor”, reconoce Li. Más allá de todo esto, el trabajo del especialista puede ayudarnos -llegado el momento- a proporcionarnos las herramientas necesarias para intentar arreglar las consecuencias de la actividad industrial. Además, si las estimaciones del equipo resultan ser correctas, podrían aplicarse a otros planetas con biosferas similares a la terrestre, aumentando las posibilidades de encontrar una civilización extraterrestre prácticamente al doble de las actuales.

Extraido de neoteo

Leyenda Mitológica de Orión

ORION : EL GIGANTE CAZADOR
UNA DE LAS TANTAS LEYENDAS MITOLÓGICAS SOBRE ORION

De todas las constelaciones visibles en nuestro hemisferio en las noches de verano, Orión es seguramente una de  las más espectaculares y quizás para muchos, la más fácil de encontrar  y reconocer, sólo tienes que buscar a «las tres marías» (el cinturón) y el resto se te presenta sin ningún esfuerzo y sin tener que echar mano de la imaginación como en muchas otras constelaciones. (Fig. 1, en nuestro hemisferio se ve de cabeza)

En un tiempo muy lejano, en la ciudad de Tebas, vivía un viejo campesino llamado Hierius. Un día ofreció hospitalidad a tres viajeros que eran Zeus, Neptuno y Mercurio. Una vez que hubieron comido, los visitantes le preguntaron al campesino si tenía algún deseo, él respondió que siempre quiso tener un hijo pero por circunstancias de la vida nunca lo consiguió, entonces los dioses le complacieron, y cogiendo la piel del buey que acababan de comerse, orinaron encima y se la entregaron a Herius pidiéndole que la enterrara junto al cuerpo de su difunta esposa fallecida tiempo atrás. Pasaron unos meses cuando de allí nació un bebé al que Hierius llamó Orión, debido a la forma que fue concebido.

 

Orión destacó entre todos los héroes existentes por su tamaño y su fuerza. Era tan grande que cuando se adentraba en los mares más profundos el agua no le llegaba más que hasta los hombros.  Cazador extraordinario, perseguía a las bestias en la tierra y en los cielos, siempre acompañado por sus perros Canis Major y Canis Minor (Fig 2), hasta llegó a trabajar en el séquito de Artemisa, diosa de la caza y hermana gemela de Apolo.

Un día, el joven cazador, seguido por sus fieles perros, se encontraba cazando por el bosque, cuando se encontró con un grupo de siete doncellas de Artemisa. Orión quiso acercarse a las jóvenes, pero éstas asustadas, al ver que se acercaba a ellas, huyeron corriendo y pidiendo ayuda. Artemisa, que se había percatado de lo ocurrido y para ayudarlas, haciendo uso de sus poderes, las convirtió en palomas, y lo único que vio Orión cuando llegó al lugar fué cómo se elevaban en el aire hasta llegar al cielo, donde se convirtieron en una constelación, compuesta de siete estrellas brillantes (las Pléyades, hijas de Atlas y Pléyone)

Otro día, se fue a Hiria, en Quíos, donde conoció a la bella Mérope, hija de Enopión y nieta de Dionisio, enamorándose de ella al instante le pidió a Enopión la mano de su hija. Pero no lo tendría fácil, pues, receloso por la petición tan apresurada que le hacía, Enopión le prometió que le daría a Mérope por esposa, si liberaba a toda su tierra de los peligrosos animales que andaban a sus anchas por allí. Orión aceptó encantado sabiendo que era una tarea fácil de conseguir , pues siempre se había sentido orgulloso de que no había sobre la tierra ningún animal o bestia al que no pudiera derrotar. Todos los día salía con sus perros de caza, y por las noches, le ofrecía a Mérope las pieles de las bestias que mataba. Pasaron los días y poco a poco fue acabando con todas las bestias que vivían en la isla. Una vez ya no quedaban fieras por matar se dirigió a Enopión para pedirle a Mérope como esposa. Pero diciendo que aun quedaban animales por la isla, le negó la mano de su hija, pero en realidad lo que quería era retener tiempo, pues por lo visto, él también estaba enamorado de Mérope, su propia hija.

Orión, enfadándose muchísimo, empezó a beber, hasta que medio borracho se dirigió al dormitorio de Mérope para tomarla por la fuerza, pero fue sorprendido por Enopión quien invocando a su padre Dionisio mandó unos sátiros para que le castigaran de forma  que siguierion dándole vino hasta que cayó totalmente borracho, y aprovechando que se quedó dormido, le arrancó los dos ojos arrojándolos a la orilla del mar, dejándole ciego.

Orión desesperado consultó con el oráculo, anunciándole éste que recobraría la vista si viajaba hasta el oriente y dirigía la cabeza en dirección al sol en el punto en que se elevaba sobre el océano para que los rayos pudieran entrar directamente por sus huecos vacíos.

Así, ciego, vagó de lugar en lugar esperando encontrar a alguien que le pudiera ayudar a recuperar su vista. Hasta que llegó al encuentro de los Cíclopes, y uno de ellos se compadeció y golpeando un martillo se adentró en el mar, mientras Orión le seguía guiándose por  el sonido que producía el Cíclope, hasta que llegó a Lemnos. Una vez allí, conoció a  Hefesto, el cual también se apiadó de él y le asignó a su criado Celadión para que lo acompañara en todo momento y poniéndoselo sobre los hombros le condujo como guía por tierra y mar como un lazarillo, hasta que al fin llegaron a la parte más lejana del océano, donde le conoció Eos, hermana del sol, que se enamoró de él, entonces Helios (el Sol) le devolvió la vista. (Fig. 3)

 
 

En su afán de venganza, Orión sale en busca de Enopión, quien sin embargo es puesto a salvo por los habitantes de Quíos que lo habían escondido en una cámara subterránea de la isla. Sin desistir en su empeño, Orión pensó que había escapado hacia Creta en busca de la protección de su abuelo Minos, y mientras se dirigía a Creta, se dedicó a cazar a todo animal que se encontraba por el camino. Ya en Creta  se encontró con Artemis, la cual desde siempre había estado enamorada de él. Como los dos compartían la afición por la caza, Artemis no tardó en convencerle para que olvidara su venganza y a cambio saliese con ella de cacería.

Apolo,  habiéndose enterado que a Orión la habían devuelto la visión y temiendo que pudiera conquistar a su hermana Artemis, llamó a Gea (la madre tierra) para que mandara un escorpión gigante y acabara con la vida de Orión.

Lejos de sospechar cualquier ataque contra él, Orión pasaba los días con Artemis, hasta que se encontró con el gigantesco escorpión y apresurándose le atacó primero con flechas, luego con la espada, pero viendo que su coraza era lo suficientemente dura y convenciéndose que no podía hacer otra cosa más que huir si quería salvar la vida, se sumergió en el mar y nadó en dirección a Delos, buscando la protección de Eos.

Mientras Apolo, sabiendo que Orión había conseguido escapar del escorpión y viendo que estaba mar adentro se fue a ver a Artemis y haciendole creer que el bulto negro que se movía en el mar era la cabeza de un ser malvado llamado Candaor, le convenció para que le disparara una de sus flechas para matarle y así evitar que sedujera a Opis, una de las sacerdotisas hiperbóreas. Lo que Artemis no sabía era que «Candaor» era el apodo de Orión que le pusieron en el tiempo que estuvo viviendo en Beocia.

Sin pensárselo dos veces, Artemis coguiendo su arco y una flecha apuntó hacia el mar y con un golpe certero acabó, sin saberlo, con la vida del hombre del que estaba enamorada.

Nadando se acercó para comprobar que Candaor estaba muerto, cuando vio con sorpresa a Orión con la cabeza traspasada por la flecha. Sumida en una gran tristeza, le suplicó a Asclepio, que era hijo de Apolo, que le resucitara, y éste consintió, pero antes de que pudiera realizar la obra, un rayo enviado por Zeus, le mató. Entonces, desconsolada por la pérdida y ante la imposibilidad de que pudiera ser resucitado, Artemis pidió a Zeus que fuera trasladado al cielo y rindiendo honor al que había sido un magnífico cazador  puso la imagen de Orión en las estrellas convertido en constelación y perseguido eternamente por el escorpión.

Para Los egipcios, Orion es el lugar de residencia de Osiris, el Dios Faraón que enseñó a su pueblo el arte de la agricultura, después de ser muerto por su hermano con la cabeza de animal, Set. Osiris resucitó de entre los muertos y fue a residir a la constelación de Orion. Isis, su amada esposa, quedó residiendo cerca, en la estrella de Sirio. (Fig. 4)

 
 

Pulsares, los GPS intergalácticos

Por: Ariel Palazzesi

¿Es posible orientarse de forma precisa en los viajes interespaciales? Los científicos del Observatoire de Paris creen que sí, y se han propuesto utilizar las señales emitidas por los pulsares  como si fuesen un gigantesco sistema GPS, capaz de situar cualquier objeto dentro de la galaxia con una precisión de un metro.

Un pulsar es una estrella de neutrones que emite ráfagas de radiación electromagnética a intervalos regulares que están relacionados con su período de rotación. Estas estrellas pueden girar sobre sí mismas incluso varios cientos de veces por segundo, y los puntos sobre su superficie se mueven a velocidades de hasta 70.000 km/segundo. El efecto combinado de la tremenda densidad de las estrellas de neutrones y su intenso campo magnético hace que cuando se acercan partículas del exterior sean  aceleradas a velocidades extremas, creando chorros de radiación -ondas de radio, rayos X o rayos gamma- muy intensos.

Pulsar de la zona central de la Nebulosa del Cangrejo.

Por algún motivo que los astrofísicos aún no logran revelar, los polos magnéticos de muchas estrellas de neutrones no coinciden con su eje de giro. Como resultado de esto, los chorros de radiación de los polos magnéticos no apuntan siempre en la misma dirección, sino que giran con la estrella. Un observador lejano puede “verráfagas de rayos X que duran un instante cada vez que el  polo magnético de la estrella apunta hacia su posición. Debido al giro de la estrella, el observador en realidad percibe pulsos de radiación con un período muy exacto, repetidos una y otra vez, como si se tratase de un faro potente y extremadamente veloz. Por ese motivo se llaman pulsares (del inglés Pulsating star, o «estrella pulsante») a este tipo de estrellas de neutrones.

Recientemente, Bertolomé Coll, un científico del Observatoire de París ha desarrollado una teoría que permitiría utilizar las características naturales de los pulsares para montar una especie de GPS interestelar -al que denomina PPS (Pulsar Positioning System)- destinado a servir de guía durante los viajes espaciales. Concretamente, propone utilizar las señales de radio provenientes de cuatro pulsares como base para una serie de cálculos matemáticos que, gracias a la magia de la Teoría de la Relatividad, permitirían obtener nuestra posición dentro de la galaxia con un margen de error de un metro.

El PPS tendrá una exactitud de alrededor de un metro.

El PPS funcionará como el GPS, pero en lugar de emplear un sistema de satélites para enviar regularmente señales de radio para que sean trianguladas por un receptor, utilizará pulsares.  Como ocurre con los satélites GPS, la localización de los pulsares es bien conocida y emiten pulsos a intervalos muy regulares y previsibles, con duraciones que se miden en milisegundos. Bartolomé Coll junto al catalán Albert Tarantola han propuesto como “punto cero” del PPS el 1 de enero de 2001, como homenaje al Interplanetary Scintillation Array, el primer radio telescopio que detectó señales de los pulsares. Una vez determinado este origen de coordenadas, cualquier nave espacial podría calcular su posición en el espacio y en el tiempo con una exactitud de alrededor de un metro.

Si la teoría del PPS permite la construcción de un dispositivo real, las sondas espaciales podrían planificar sobre la marcha correcciones sobre las rutas originalmente trazadas. Y cuando por fin estemos en condiciones de hacer viajes interestelares, contaremos un sistema de navegación seguro para encontrar nuestro destino.

Visto en neoteo

Sistema para detectar océanos en exoplanetas

Por: Ariel Palazzesi

El descubrimiento de un nuevo planeta extrasolar, luego de haber catalogado más de 300 de ellos, ha dejado de ser nota de tapa de los periódicos. Para convertirse en una noticia relevante, el nuevo planeta debería tener océanos de agua en estado líquido, un tamaño similar al terrestre, de forma que pudiese albergar vida. Para descubrirlos, la NASA está trabajando en un método basado en fotografías obtenidas por la sonda Deep Impact.

La mente humana es muy especial. Por asombroso o extraño que nos resulte algún evento o descubrimiento, luego de repetirse una cierta cantidad de veces comienza a convertirse en algo normal y pierde gran parte de su encanto. Eso es lo que está pasando al ciudadano común con el descubrimiento de planetas que orbitan estrellas diferentes al Sol. Cuando los astrónomos descubrieron el primero de ellos -un gigante bastante parecido a Júpiter– la noticia apareció hasta en las cajas de cereales. Hoy día, más de trescientos descubrimientos similares más tarde, solo los astrónomos festejan la inclusión de un nuevo planeta en nuestro creciente mapa galáctico.

Para volver a emocionarnos deberíamos descubrir un planeta especial. La mayoría de los exoplanetas son gigantes de gas que se encuentran, o bien muy cerca de su estrella (demasiado calientes), o muy lejos (demasiado fríos) para sustentar la vida tal como la conocemos. La forma en que la NASA recuperaría la primera plana de los periódicos sería hallando un planeta con una superficie sólida que tenga la temperatura apropiada para mantener océanos de agua líquida,  ingrediente esencial para la vida. Cuando un radiotelescopio nos muestre la imagen de ese planeta, veremos solo una mancha de luz. ¿Cómo podemos estar seguros que de existe agua líquida en su superficie? La respuesta puede estar en la forma en que cambian sus colores a medida que gira sobre sí mismo.

La idea surgió a partir de los datos aportados por el proyecto Deep Impact/EPOXI

Patrocinados por la NASA, un grupo de científicos de los Estados Unidos, entre los que se encuentran Nick Cowan (de la Universidad de Washington) y otros científicos, incluyendo a miembros del equipo de la misión EPOXI de la NASA,  han puesto a punto un ingenioso método que creen los ayudará a determinar qué es lo que se encuentra en la superficie de un planeta lejano, analizando la forma en que las imágenes recibidas cambian de color a medida que rota. Este sistema podría reemplazar a la espectroscopia que hoy emplean para analizar las características de absorción de las longitudes de onda específicas de las moléculas de agua.

La idea surgió a partir de los datos aportados por el proyecto Deep Impact/EPOXI, la sonda espacial enviada en el año 2005 rumbo al cometa Tempel 1 para estudiar su composición. Una vez finalizada esta misión, la NASA redirigió la sonda para conseguir información relacionada con otro cometa. Durante esta nueva misión, los científicos han aprovechado para tomar fotografías de alta resolución de nuestro planeta desde una distancia de decenas de millones de kilómetros, tratando a la Tierra como si fuese un exoplaneta.

Necesitamos revelar la existencia de océanos en planetas extrasolares.

En las imágenes se ve nuestro planeta como una mancha gris, con pinceladas de azul producto de la dispersión de Rayleigh de la luz del Sol en la atmósfera. En los momentos que el cielo no está cubierto de nubes, el color de La Tierra cambia con su rotación: cuando muestra sus continentes, el color cambia hacia el rojo; y cuando el mar está a la vista, vira hacia el azul. Estos cambios de color también podrían servir para revelar la existencia de océanos en planetas extrasolares.

Obviamente, la distancia que nos separa de esos planetas es millones de veces mayor a la que existe entre Deep Impact y la Tierra, por lo que se requieren de telescopios de mayor tamaño. Los científicos esperan poder obtener imágenes adecuadas utilizando al sucesor del telescopio espacial Hubble, el Advanced Technology Large-Aperture Space Telescope (ATLAST, por sus siglas en inglés). Si la teoría de este equipo de la NASA es correcta y el análisis del color variable de los planetas extrasolares revela la existencia de océanos fuera de la Tierra, podremos volver a emocionarnos.

El Fermilab a punto de encontrar el Bosón de Higgs

Por: Kir Ortiz

La carrera que mantiene en vilo a la comunidad científica está a punto de llegar al final. Los estadounidenses andan destacados en la primera posición y los europeos les siguen a mucha distancia, con el LHC averiado. El Fermilab, con su poderoso Tevatrón,  acaba de realizar un descubrimiento que coloca al huidizo Bosón de Higgs casi al alcance de sus dedos. Ya queda menos para desvelar el emocionante final de este apasionante culebrón científico.

Los científicos parecen seres de otro mundo. Máquinas de inteligencia superior entregadas a sus investigaciones que no tienen otras miras que lograr respuestas a sus eternas preguntas. Sin embargo, son personas. Y como tales, sujetas a las veleidades de los sentimientos e incluso de las cosas más mundanas como los intereses económicos. Se han invertido enormes cantidades de dinero en los aceleradores de partículas y todos quieren ser los primeros en descubrir el mítico Bosón de Higgs. Se está convirtiendo casi en una cuestión de honor, sobre todo teniendo en cuenta que el LHC es una mole de material, ciencia y dinero que está considerada la mayor construcción de la historia de la humanidad. Sin embargo, el Fermilab representa un conjunto mucho más modesto pero tremendamente efectivo, tal y como viene demostrando estos últimos meses. Ambos buscan el conocimiento, por supuesto, pero también la gloria.

Esta gráfica podría ser el trampolín hacia el premio Nobel de Fisica

¿Qué tiene este Bosón de Higgs que tanto revuelo causa? Esta estrella mediática del panorama científico lo tiene todo para hacer caer rendida a sus pies a la madre ciencia. Es rico, es guapo y es inteligente. Es rico porque se llevan invertidos millones de euros en tratar de sacarlo de su escondite. Es guapo porque la belleza matemática de su existencia confirma el Modelo Estándar de la física. Y es inteligente porque su física apenas la comprenden los cerebros más capacitados de la ciencia. Una joyita, el chico. Y precisamente ha sido el David de este poderoso choque de titanes, el que ha avanzado un paso más en la búsqueda de este escurridizo Bosón, que trae de cabeza a toda la comunidad científica. En el Tevatrón, la versión “pobre” del LHC, se ha descubierto un hecho que ha revolucionado a los físicos ya que acerca el final de esta loca carrera por encontrar el Bosón.

El Tevatrón le lleva mucha ventaja al LHC en la búsqueda del bosón de Higgs

Por primera vez en la historia se han observado desintegraciones hadrónicas en pares de bosones vectoriales WW/WZ/ZZ. Unas 1.500 desintegraciones en el CDFII, un detector muy avanzado del Tevatrón. De ellas 5 podrían ser del bosón de Higgs. Cuando se observen 45.000 unas 40 podrían ser Higgs. Esta señal es muy importante como primer paso en la búsqueda de un bosón de Higgs de baja masa, muy difícil de detectar porque casi siempre se desintegra en quarks b sobre un fondo de billones de quarks b. Hay que tener en cuenta que rara vez se desintegra en un par de bosones vectoriales. Nadie los había observado pero todo el mundo sabía que existían. Había evidencia sobre las desintegraciones de los dibosones pero esta es la primera vez que se confirma definitivamente el fenómeno. El nuevo hallazgo del Tevatrón aumenta las posibilidades de que los americanos den la sorpresa y se lleven el Premio Nobel por el descubrimiento del bosón de Higgs.

De todos modos, este descubrimiento, por sí solo, confirma con precisión el Modelo Estándar de la Física. Luego, el premio final de encontrar el Bosón de Higgs será cuestión de apenas un año. Mientras tanto, el LHC posee unas características que lo hacen inferior al Tevatrón en detectar bosones de Higgs y tardarán mucho más tiempo en encontrarlo. Sobre todo teniendo en cuenta que el LHC aún tiene que reparar la avería que le paralizó hace meses y que todavía no les permite arrancar el colisionador hasta finales de año. Suponemos que compensarán con otro tipo de descubrimientos, pero si los europeos no lo impiden, el caprichoso Bosón seguramente se casará con la más humilde, como en las películas de Hollywood con final feliz y moraleja incluida.

Original en neoteo

Cataclismo Lunar y el origen de la vida

Cataclismo Lunar y el origen de la vida

Por: Ariel Palazzesi

Hace unos cuatro mil millones de años, el Sistema Solar interior -Tierra incluida- recibía una intensa lluvia de grandes meteoritos. Recientemente, un grupo de científicos presentó una teoría que explica cómo este fenómeno podría haber proporcionado el agua y dióxido de carbono suficiente para facilitar la aparición de la vida (además de explicar anomalías en el enfriamiento de la Tierra)

En un nuevo estudio, publicado en la Geochimica et Cosmochima Acta, investigadores del Imperial College London explican cómo puede haber influido en el desarrollo de la vida sobre la Tierra el Late Heavy Bombardment (LHB, o intenso bombardeo tardío). Este fenómeno astronómico -que tuvo lugar hace unos 4000 millones de años- duró unos 200  millones de años. Durante este período se precipitaron sobre la Tierra, la Luna, Venus y Mercurio una enorme cantidad de meteoritos. El LHB, conocido también como Cataclismo Lunar o Último Bombardeo Intenso, es el causante de la mayor parte de los cráteres que actualmente podemos ver en la Luna y en Mercurio. LHB también sirve para explicar el lento enfriamiento terrestre y de la edad de los impactos lunares.

Aristarco,uno de los mas brillantes cráteres de la cara visible de la Luna.

El origen de la teoría se encuentra en las misiones Apolo a la Luna. Las muestras de rocas lunares recogidas en esa época fueron datadas con mucha precisión midiendo la concentración de isótopos inestables respecto a la de los productos en los que se desintegran. Teniendo en cuenta la edad de nuestro satélite, llamó la atención que estas rocas “contaran una historia” en la que aparecía una extraordinaria concentración de impactos en un periodo de solo unos 150 o 200 millones de años. A mediados de la década de 1970, varios científicos postularon la hipótesis de un cataclismo lunar, en el que la cantidad de impactos de asteroides sobre nuestro satélite natural fue muchísimo mayor que la habitual. Obviamente, un fenómeno semejante no afectaría solo a la Luna, sino que toda la región interior del Sistema Solar también habría sido machacada de la misma forma.

La composición de las rocas lunares analizadas permitió también identificar el origen de muchos meteoritos caídos sobre la Tierra. Hoy sabemos que el 0,1 por ciento de los meteoritos que impactan sobre nuestro planeta son de origen lunar. Al estimar la edad de estos meteoritos se determinó que casi todos ellos procedían del mismo período en que la Luna fue azotada por el intenso bombardeo tardío. Los investigadores sugieren que estos meteoritos podrían haber transportado elementos indispensables para la vida a nuestro planeta, sobre todo grandes cantidades de agua -que habría hecho nuestra atmósfera más húmeda- y gases de efecto invernadero (como el dióxido de carbono). Estos elementos pueden haber alterado la mecánica planetaria lo suficiente como para que la energía de la luz solar atrapada en la atmósfera calentase la Tierra lo suficiente como para mantener líquidos los océanos. Esto ha sido corroborado mediante el análisis de los restos -minerales y  orgánicos- de  quince fragmentos de meteoritos antiguos recogidos en diferentes lugares del mundo.

Toda la región interior del Sistema Solar habría sido machacada.

Los científicos sometieron las 15 muestras a una corriente eléctrica, capaz de calentarlas rápidamente. Los fragmentos de roca extraterrestre aumentaron su temperatura a razón de 20.000 grados por segundo, una aumento similar al que sufrieron al ingresar a nuestra atmósfera a altas velocidades. Luego midieron los gases liberados y encontraron que, en promedio, los meteoritos liberaron hasta  un 12 por ciento de su masa como vapor de agua y hasta el 6 por ciento como dióxido de carbono. La cantidad de meteoritos caída durante el LHB fue tan grande, que los investigadores calculan el aporte de materiales que recibió la Tierra en unos 10 millones de toneladas de dióxido de carbono y 10 millones de toneladas de vapor de agua cada año.

Esto sugiere que LHB proporcionó el suficiente dióxido de carbono y vapor de agua para que nuestra atmósfera fuese más caliente y húmeda, favoreciendo la formación de compuestos precursores de la vida. Mark Sephton, profesor del Departamento de Ingeniería y Ciencias de la Tierra en el Imperial College London, considera que este estudio proporciona pistas importantes sobre el pasado de la Tierra. “Durante mucho tiempo, los científicos hemos tratado de entender por qué la Tierra es mucho más rica en agua que los otros planetas de nuestro sistema solar”, dice. “El LHB puede proporcionar una pista. Puede haber sido un momento crucial en la historia temprana de la Tierra, proporcionando la cantidad necesaria de gases y otros ingredientes indispensables para el origen de la vida en nuestro planeta«.

Este fenómeno podría haber proporcionado agua y dióxido de carbono a la Tierra.

Este descubrimiento se suma al exhaustivo y cuidadoso análisis efectuado al meteorito caído en el lago Tagish (Canadá) en el año 2000, en el que los especialistas encontraron trazas de una molécula llamada ácido fórmico, que es primordial para la vida. Según parece, este compuesto se habría formado en el espacio con anterioridad al nacimiento del sistema solar. Si ambos trabajos son correctos, le debemos -literalmente- nuestra vida a los meteoritos.